En Córdoba nada mejor en un domingo de otoño que hacer una excursión a las Sierras Chicas, motivo que nos llevó hace un par de años a visitar la localidad de Agua de Oro.
La ruta E-53 que nos llevó al destino mencionado, serpentea faldeos cuya vegetación mostraba manchas de colores amarillos hasta el rojo con todos los matices intermedios que uno puede imaginar. El camino está jalonado en ambos lados por pequeños emprendedores que ofrecen sus productos: pan, embutidos, dulces, artesanías, etc.
La gastronomía de alta calidad se manifiesta en varios restaurantes, nos decidimos por el Hotel San Leonardo, desconociendo que nos encontraríamos con un cálido restaurante museo, y una tienda de antigüedades complementa el emprendimiento en una casona construida en la década del 1930, por el reconocido arquitecto César A. Ferrari.
El restaurante incluye una cava y cientos de objetos heterogéneos en excelente estado de conservación y de los más insospechados orígenes, perfectamente ordenados en estantes y vitrinas, y buena parte del techo está recubierta con carteles de chapa enlozada. Todo se conjuga para que los mayores nos pongamos en contacto con variedad de objetos, juguetes, rodados, arte y reconocidas marcas comerciales, que tuvimos al alcance en nuestra niñez y adolescencia.
Así nos despedimos gratamente sorprendidos de este espacio recientemente reconocido como Monumento Histórico Nacional.
Un agradecimiento para aquellos desconocidos comensales que soportaron la incomodidad que les originé al desplazarme entre sus mesas para buscar el ángulo apropiado y jugar con los múltiples reflejos intensificados por el sol otoñal y a los propietarios del Hotel que me permitieron fotografiar las instalaciones.
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